viernes, 12 de octubre de 2007

Por la revolución de las miradas



Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos...


Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
Y la olvidada imagen de tu huella
Que en ti principia, amor, y en mí termina.

Miguel Hernández