lunes, 14 de mayo de 2007

           SOMOS CODICIOSOS


Pero no somos poseedores. Vivir es una alegría. Queremos reír, luchar, jugar, gozar y hacer lo que nos manden los instintos. Es preciso evitar el aburrimiento y vivir solamente de aquello que nos fascina. Ya es tiempo de abandonar el mundo de los civilizados y su luz radioactiva. Es demasiado tarde para intentar ser civilizados y cultos -pretensiones que nos han abocado a una vida carente de interés. No queremos diálogo, paciencia, buen rollo, detestamos el consumo de rechazo subintelectual, no temblamos ante el capital. Es preciso hacerse fuerte e inquebrantable para que la existencia del mundo de la mercancía parezca por fin incierta; hemos de transformarnos en otros, o dejar de ser.

Queremos cantidades de fantasía que ninguna película nos puede ofrecer, emociones que ninguna droga nos puede proporcionar. Queremos crear todo por nosotros mismos -nuestro nuevo mundo. Sufrir es una debilidad que puede evitarse haciendo algo mejor. Dejemos que los demás se lamenten de la maldad de su época. Nosotros la destruiremos por su mezquindad; carece de pasión: la vida se resuelve en un sólo color. ¿Qué es un revolucionario? Aquella persona que ha comprendido completamente que sólo se podrán tener ideas si son realizables: un tipo claramente activo qué sólo vive a través de la acción, porque solamente ésta encierra la posibilidad de conocimiento.

No somos otra cosa que la expresión del tiempo de una época a la que, además de negar, se debe insultar. Estamos en contra de cualquier sedimentación, siguiendo el principio de l'art pour l'art. Queremos que los dueños del mundo aúllen, y no existen medios que llegado el caso no seamos capaces de emplear.

De lo que se trata en realidad ahora, como antes, es de destruir al padre, al patrón y a la patria, y no de quejarse o lamentarse por este u otro exceso; no hemos venido para hacer retórica de la revolución, sino para llevarla a cabo; no hacemos demagogia con la represión, vamos a acabar con ella. Llegados al punto en que toda comunicación se vuelve trivial la tarea de la organización revolucionaria debe ser la reconstrucción de su base material, lo que en la práctica significa la desaparición de las clases y el Estado. No utilizamos el lenguaje del poder, no nos interesa que nos entienda; no se trata de dialogar con él, sino de dinamitarlo. Existen tres clases de infamia sobre la tierra que la teoría y la práctica revolucionaria deben combatir: la primera es la dictadura económico-estatal; la segunda, no combatirla con todos los medios; la tercera, deponer las armas si existen en algún lugar un amo y un esclavo. "Transformemos el mundo" dijo Marx; "cambiemos la vida" dijo Rimbaud. Para nosotros estas dos consignas se funden en una.