miércoles, 23 de mayo de 2007


REUNIÓN DE PROTESTA

Un hombre que admite la patria, un hombre que lucha por la familia es un hombre que traiciona. Lo que él traiciona es lo que es para nosotros la razón de vivir y de luchar.

La patria se interpone entre el hombre y las riquezas del suelo. Exige que los productos del sudor humano se transformen en reglas. Hace de un ser humano, un traidor a su semejanza.

La familia es el fundamento de la presión social. La ausencia de todo compañerismo entre el hijo y el padre ha servido de modelo a todas las relaciones sociales basadas en la autoridad y en el desprecio de los patronos hacia sus semejantes.

Padre, patria, patrón, tal es la trilogía que sirve de base a la vieja sociedad patriarcal y, en la actualidad, a la camada fascista.

Los hombres dominados por la angustia, reducidos a una miseria y agotamiento cuyas causas no comprenden, se sublevarán un día hartos. Arruinarán entonces la vieja trilogía patriarcal: fundarán la sociedad fraternal de los compañeros de trabajo, la sociedad de la potestad y de la solidaridad humana.

Puede verse por este manifiesto que el Surrealismo mantiene frente a la orientación estalinista los objetivos esenciales del marxismo; es decir, los puntos fundamentales por los que el marxismo trata al hombre e intenta penetrar en sus secretos; y en esta violencia obstinada debe reconocerse el viejo estilo surrealista, que sólo puede vivir exasperado.

Pero el misterio del Surrealismo ha sido que esta revolución ha penetrado en el inconsciente. Ha generado una mística oculta, un ocultismo de nueva especie y que, como toda mística oculta, se ha expresado alegóricamente y por manifestaciones, que han tomado la forma de poesía.

Todo lo que tenía forma de reivindicación clara, el Surrealismo lo ha descartado o no lo ha apoyado.

Una gran efervescencia de rebelión contra todas las formas de opresión material o espiritual nos agitaba cuando comenzó el Surrealismo: Padre, Patria, Religión, Familia,… no había nada que no denostásemos… y más con el alma que mediante las palabras. En esta rebelión comprometíamos nuestra alma y la comprometíamos materialmente. Sin embargo, esta revuelta que atacaba todo no era capaz de destruir nada, por lo menos aparentemente. Pues el secreto del Surrealismo es que ataca las cosas en sus secretos.

Para alcanzar el secreto de las cosas, el Surrealismo había abierto un camino. Al igual que de el Dios Desconocido de los Misterios de los Cabiros, que del Ain-Sonph, orificio animado de los abismos en la Cabala, que de la Nada, el Vacío, el No-Ser devorador de la nada de los antiguos Brahamas y Vedas, se puede decir del Surrealismo ‘lo que no es’, pero para decir lo que es se necesita emplear aproximaciones e imágenes, y el Surrealismo es un movimiento recubierto de imágenes. Resucita, por una especie de sortilegio en el vacío, el espíritu de las antiguas alegorías.

Ciertamente hay elementos en la poesía surrealista de los que se puede hablar, reconocer, etcétera. Pero los otros géneros de poesía nos conducen siempre a un terreno, nos llevan a un país que no puede confundirse con otros. Con el Surrealismo comienza el camino de la perdición, de tal manera que no puede decirse nunca que su poesía esté donde la vemos.

El Surrealismo tenía necesidad de salir.