domingo, 6 de mayo de 2007


NO SOMOS COSAS ¡SOMOS PERSONAS!

Amamos demasiados a los objetos y cuando nos amamos entre sujetos tambien lo hacemos como si fuésemos objetos. Esta relación de personas como meras cosas puede observarse simplemente en la calle, las miradas se dirigen "reduciendo el deseo sexual a algo tan banal como la simple atracción a un cuerpo, creado por un sistema de consumo de cuerpo como mercancía" , somos objetos para ser contemplados, somos objetos en la cama, pero este no es un problema aislado, somos objeto mucho antes: Cuando somos obligados a trabajar asalariadamente para satisfacer necesidades (e imposiciones), nos convertimos en mercancía que otras personas compran para sus fines; así una hora de trabajo de una persona no equivale a una hora de otra persona, es aun peor: esa persona durante una hora vale tanto como otra.

Somos fragmentados en nuestra totalidad individual y humana, ya no somos hombres o mujeres, sino mozas, albañiles, barrenderos, telefonistas, operarios... es decir empleados (o nos auto-empleamos), generando productos y/o servicios que nos son ajenos luego de ser realizados. En las sociedades primitivas, por ejemplo , los productores consumen sus propios productos pues para ello fueron generados, en cambio en la actual sociedad la producción (también de servicios) escapa al control del productor, adquiriendo independencia del mismo, dominándolo a través del precio y demás leyes económicas. El capitalismo es la producción generalizada de mercancías, donde toda producción es realizada para el intercambio, por más que gobiernos socialistas o diferentes gestores enmascarados de este estado de cosas se empeñen en negarlo.

Este proceso es rechazado por todos nosotros como seres dominados, cuando no está la coacción física o algún otro tipo de control, aunque puede darse aunque estas existan. Se rechaza al trabajo como se rechaza la peste. El trabajo asalariado puede generar maravillas para la burguesía, mas no para quienes lo realizan. Este orden social también es rechazado mediante la expropiación o la simple destrucción de mercancías, afirmando la superioridad humana sobre la cosa, en un mundo donde sus leyes "defienden" tanto a las personas como a las cosas.
El propietario de un automóvil siente que la vida de un niño de 12 años a quien mata de un disparo en el pecho es menos importante que el coche que estaba robando. No olvidemos tampoco que la mayor parte de la población carcelaria es a causa de delitos contra la propiedad.

Decíamos que este no es un proceso de la naturaleza en el cual no podemos intervenir como puede ser el movimiento de los astros, y por eso se hace necesario tomar partido, porque son procesos generados por humanos. Aunque seamos obligados a trabajar y a comprar, el posicionamiento es para dejar de ser justamente esos papeles: trabajadores y/o compradores, para ser seres humanos plenos. Y si bien es necesario no caer en el consumismo o en posiciones netamente burguesas, la realización personal no es intentar vivir el comunismo anárquico dentro de esta democracia capitalista y no solo porque sea reformista ¡sino por qué es imposible! Es imposible asegurar que se puede vivir sin trabajar o alejado de la mercancía cuando hasta lo que se encuentra en la calle viene de lo mismo (el trabajo), es imposible como propuesta social para los demás oprimidos. Cada uno puede elegir su modo de vida o mas bien digamos supervivencia, claro esta: dentro de los pequeños márgenes existentes, pero esa "elección" no puede levantarse como bandera de lucha o hacerse extensiva a los demás.

La mercancía de la que hablamos no es un producto social inevitable, este es un producto destinado desde el principio a la venta y al mercado, arrastrando así un modo de producción que le es inherente.
El problema no es que una parte de la población tenga mas mercancía que otra, o que algunas estén mal hechas u otras contaminen, el problema es su existencia como tal.