lunes, 7 de mayo de 2007



Apuntes para una teoría

No existen las teorías completas, y no porque el tiempo las tire como a otros tantos templos, aunque también. De los postestructuralistas podemos aprender a bucear por debajo de las pretensiones faraónicas de las momias del pensamiento, para agarrarnos al análisis de lo concreto. Sí lo que perseguimos es la autonomía, ésta sólo puede surgir desde la consideración de lo específico, y no de la resolución de fórmulas reglamentadas, sobre los atriles de la sabiduría, que nos igualan a los valores de una incógnita x, y ó z. El peligro de todo análisis se encuentra en caer en visiones mecanicistas que tratan la realidad como sí fuese el funcionamiento de una noria.
La difícil relación existente entre las condiciones objetivas y las subjetivas ha sido concluida siempre por las teorías científicas con un notable desprecio hacia las segundas. Sí bien no fue Marx quien determinó la existencia de las clases sociales , sino simples historiadores y economistas que ya hablaban antes que él de la evolución y autonomía de dichas clases, sí fue él el primero en establecer la dictadura del proletariado como un objetivo ineludible en el engranaje de la Historia, y éste un paso previo a la sociedad sin clases. Historiadores, economistas y viejos barbudos, diseccionan el universo como a un gran cadáver que habla por boca de sus cirujanos. A pesar de que hoy en día no esté tan claro que los muertos no lleven la contraria. Por eso, la gran mayoría de las teorías políticas, a lo que llaman anticipación dialéctica ( dialéctica, del griego, "raciocinio" ) no son más que meras justificaciones históricas.
La evidencia más clara, es que entendiendo la ideología como la conciencia deformada de la realidad, producida por unas condiciones objetivas concretas que lo envuelven todo, la capacidad de subversión está siempre presente. Pero no siendo ésta la necesidad obligatoria de una contradicción interna, sino la posibilidad no reglada que parte de lo subjetivo. Las entrañas de la subversión se encuentran en lo impredecible, en lo particular, en lo despreciable, en lo defectuoso. Quien quiera leer sobre sus verdaderas causas tendrá que buscar en la " información ausente", ésa que se encuentra más allá del límite del pensamiento ordenado, lógico, racional.
El tiempo no es más que una coartada para las teorías completas. Una coartada para un rato, más corto por lo general del que disponen la mayoría de los templos.
La teoría sólo es una proyección de la realidad en la mente, una representación de nuestro entorno" teoría" y "teatro" vienen de la raíz griega "ver". Lo que suele ocurrir es que se produce tal identificación entre teoría y sujeto, que se acaba haciendo todo lo posible por adaptar el mundo y la mente a esa teoría. Aquí es donde la razón juega su función fundamental procurando controlar la naturaleza, poniendo barreras a la realidad para poder ser pensada. No tenemos porque convertirnos en esclavos de una teoría ; no hace falta acabar creyéndose las propias producciones teatrales.
En el teatro los deseos son orgasmos fingidos. En la vida, el deseo es creación de realidad. La teoría nunca va más allá de una simple mirada perdida, de una congelación de los deseos que ahora ya sólo escenifican, simulan, un orden establecido, fijo. Es la acción la que hace fluir los deseos, son las fuerzas las que chocan en un conflicto, es el movimiento él que genera caos.
La subversión está en los valores despreciables que daban en las ecuaciones de Edward Lorenz resultados caóticos ; en la particular poesía de Bataille, incapaz de razonar ; en los defectos de todas las teorías que abren la posibilidad a lo impredecible.